La hormiga inmortal

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En el país de las hormigas ocurrió algo maravilloso. A una hormiga se le dio el privilegio de ser inmortal, es decir, nunca iba a morir. Al saberlo, la hormiga comenzó a sentirse más importante. 

A partir de ese día su trato con las demás fue diferente, incluso con su propia familia y sus amigos. Dejó de trabajar como hormiga obrera, declaró su renuncia ante la reina e incluso se sintió más importante que ella. 

Eligió entonces el camino de la fama y la gloria. Por esta razón adquirió un comportamiento grosero y cortante hacia las demás hormigas. Las insultaba y se burlaba de ellas. Levantaba la barbilla y las veía como seres inferiores. “Pobres hormiguitas obreras, me dan tanta lástima. Trabajan todo el día para nada, pues morirán al fin. ¡Qué pena siento por ustedes! Qué vida tan insignificante llevan. En cambio yo soy diferente, soy inmortal”, decía y se le llenaba la boca de presunción al decir estas palabras. “Por eso disfruto mis días y mis noches, voy a las fiestas y soy la sensación donde pongo mis pies. Todos me saludan y me admiran porque saben que soy diferente, porque saben que soy la única hormiga inmortal. Se toman fotos conmigo, me preguntan cosas… ¡Ay! Me encanta mi vida”.

No es necesario que digamos lo vanidosa y nada humilde que era esta hormiguita. Mas lo que decía era cierto. Todos la admiraban. Recorría el mundo volando en aviones. A veces optaba por los costosos cruceros de alta mar. Así conoció el Caribe, las Islas Hawai, el paso de Gibraltar y muchos otros lugares marítimos. Oía música, tomaba el sol en la playa, hacía grandes fiestas y disfrutaba, como ella decía, de la vida. Cuando se hospedó en un reconocido hotel, un reportero atrevido le preguntó: “Qué hará en el futuro, cuando todos hayamos muerto y usted siga viva?” “Lo mismo que hago ahora, disfrutar y disfrutar”, respondió con frescura.

Así era la vida de esta hormiga tan afortunada y todo marchaba a pedir de boca. Su fama estaba a punto de llegar al fin del mundo, pues no había en la faz del planeta ninguna criatura como ella.

Pero las cosas cambiaron cuando, un mal día, la hormiga descubrió que su inmortalidad había terminado. Era mortal otra vez. ¿Qué había ocurrido?

Decidió no contar a nadie su secreto, pues siempre había hecho gala de su inmortalidad. Qué vergüenza decir que siempre no. Por eso decidió seguir con el engaño, pues no quería perder todos los privilegios que tenía. Sin embargo ya no disfrutaba igual, pues sabía que era mentira lo que estaba viviendo. Así que recurrió a la hipocrecía y la falsedad. Llevaba una vida vacía y aparente. Comenzó a endeudarse, sufrir estragos por la edad y sin embargo, continuó con la farsa.

Pero como en el país de las hormigas todo se sabe, no tardó en correr la noticia: la hormiga ya no era inmortal como tanto había presumido. Así que todos dejaron de admirarla y prestarle atención.

No pasó mucho tiempo para que todo el país supiera que había una nueva hormiga inmortal. Así que todos los ojos y oídos se volvieron hacia ella. No era altiva ni orgullosa, sino humilde. Era una hormiga diferente, todo lo opuesto a la anterior. A pesar de saber que nunca iba a morir, continuó trabajando como hormiga obrera junto a su familia y amigos. Debido a que era la nueva hormiga inmortal, la buscaban de todo el mundo para entrevistarla. La principal pregunta que le hacían era por qué seguía siendo hormiga obrera, si nunca iba a morir. Ella respondió que la inmortalidad no tenía sentido sin amor. Y el único amor que valía la pena era el de su familia y sus amigos. Esto elevó la fama de la hormiguita, incluso más que la anterior. Además de ser famosa por su inmortalidad, era admirada y respetada por su sabiduría y enseñanzas acerca de la compasión, el amor y la felicidad. De hecho escribió muchos libros que llegaron a tocar el corazón de millones de hormigas alrededor del mundo. Habló sobre la paz, la educación, los valores, la amistad y el amor. Su máxima era que si una hormiga no ayudaba a otra, ambas morirían. También declaró que inmortalidad no significaba nunca morir, sino vivir para siempre en el corazón de otras hormigas.

Esta fama desmedida y el noble corazón de esta hormiga, hicieron mella en el orgullo de la anterior hormiga inmortal, de tal modo que un día rugió de rabia y trazó un perverso plan para destruir a la hormiga que tanto envidiaba. Por eso, una triste mañana, el mundo se vistió de luto al saber que la famosa y sabia hormiga inmortal, había muerto misteriosamente.

Una sonrisa malévola se dibujó en la hormiga asesina. Públicamente denostó a la otra hormiga, diciendo que era una mentirosa, pues había muerto. Pero nadie se interesó en sus palabras. Les había dolido mucho la repentina partida de la hormiga. Y durante los siguientes mil años la siguieron recordando con mucho cariño, transmitiendo sus enseñanzas a todas las demás generaciones de hormigas.

Un día, la hormiga asesina se murió y nadie se dio cuenta. Fue olvidada.


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